Dentro de poco, las compañías tecnológicas tendrán un impuesto mínimo en cada país en donde operen, independientemente del país de su sede central.

Los gobiernos más poderosos del mundo han necesitado 30 años en aprobar lo que la lógica más básica dicta a quienes no entendemos de economía: que las compañías multimillonarias paguen impuestos en los países en donde ganan dinero.

La historia es tan vieja como el mundo: compañías que ganan miles de millones en un país, pagan el 1 o el 2% de impuestos… en Luxemburgo.

Durante años hemos vividos situaciones surrealistas de gigantes como Apple o Microsoft declarando pérdidas en algunos países, o ganancias más propias de una pequeña empresa local, pese a vender millones de productos.

El G20 es el grupo de 20 países más industrializados o emergentes del mundo. España está representada de forma indirecta a través de la Unión Europea.

El G20 se ha reunido este fin de semana, llevando a cabo una serie de acuerdos globales.

Muchos de ellos no se cumplen nunca o se retrasan años, como está pasando con todo lo que tiene que ver con la descarbonización y el cambio climático, pero al menos lanzan acuerdo al viento, para que se note que llegan a acuerdos.

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Uno de ellos ha sido el de fijar un impuesto mínimo del 15% a todas grandes compañías tecnológicas en los países en donde operen.

Esto significa que, pese al amor plátonico que las compañías tecnológicas sienten por Irlanda o Luxemburgo, tendrán que pagar un mínimo del 15% de impuestos en países como España o Italia.

Con esta medida se estima que marcas del renombre de Google, Apple, Faceb… Meta, Netflix o Microsoft, tendrán que pagar unos 150.000 millones de dólares adicionales en impuestos. Eso sí, a partir de 2023.

Parece una cantidad enorme, pero es solo el 15% de lo que ganan.

Es una medida de justicia, porque no es lógico que una empresa gane miles de millones en un país y pague sus impuestos en Luxemburgo o Irlanda. Por eso ha sido bien recibida por la mayoría de los países.

Aunque, como ocurre casi siempre en estos casos, al final esta subida de impuestos la pagaremos nosotros, los clientes, en forma de subidas de cuotas de suscripción o de los servicios que ofrecen estas empresas.

Voces de grupos proigualdades también afirman que es una medida limitada que solo afecta a unas 100 compañías, y que apenas aporta beneficios a los países pobres, en donde tienen muy poco negocio.