La vida de un joven millonario del Bitcoin que presumía de fajos de billetes en YouTube ha terminado en tragedia después de perder todo su dinero porque en un vídeo mostró datos que identificaban su casa, y unos ladrones le entraron a robar.

Es una triste historia tan vieja como Internet. Pero por desgracia, ha vuelto a repetirse.

Como ocurrió con la ladrona de ropa que presumía de trapitos en Facebook y fue detenida, o la modelo despedida tras subir fotos en Twitter matando un antílope, presumir en redes sociales de tu riqueza, de algo ilegal, o de un tema tabú, tiene consecuencias. Aunque en redes sociales uses un pseudónimo, no existe el anonimato…

El joven Pavel Nyashin, de solo 23 años, consiguió amasar una pequeña fortuna de 24 millones de rublos (que al cambio no es tanto, unos 330.000 euros), minando Bitcoins.

En redes sociales presumía de su fortuna publicando fotos en donde aparecía como un millonario excéntrico, mostrando fajos de billetes y collares de oro:

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Es lo que tiene ganar dinero sin esfuerzo. Que no sabes valorar lo que consigues y crees que has hecho algo importante, cuando el único mérito es ejecutar un programa en un ordenador potente y caro.

Pavel Nyashin también había montado una asesoría en donde captaba inversores para comprar equipo con el que minar Bitcoins en su nombre.

Pero en uno de los vídeos en donde se hacía publicidad, cometió un grave error. Un error de principiante. Un error que hemos visto demasiadas veces, y siempre termina mal. En la pantalla de su ordenador, junto a sus inseparables fajos de billetes, mostró la dirección de casa:

Las pasadas Navidades unos ladrones disfrazados de Santa Claus se presentaron en su casa, le dieron una paliza, le robaron todos los Bitcoins, y le destrozaron el equipo de minado.

De presumir de dinero en redes sociales había pasado a perderlo todo, y más grave aún: sin su equipo de minado y sin dinero, no podía devolver la inversión a los clientes que habían pagado para usar su equipo de minado.

Hace unos días, Pavel Nyashin fue encontrado muerto en su apartamento de San Petersburgo, sin aparentes signos de violencia.

Es una trágica historia tan vieja como Internet, que merece ser contada porque es necesario que aprendamos la lección. Las redes sociales no son lugares privados y anónimos, por el simple hecho de usar un pseudónimo. Son ventanas abiertas al mundo, y por esas ventanas pueden colarse delincuentes, ladrones y cosas peores…

Nunca, nunca, debemos revelar nuestros datos personales en un vídeo de YouTube o en una foto de Facebook o Instagram.

Que la trágica historia de Pavel Nyashin, el millonario del Bitcoin, al menos sirva para algo…