A todos nos preocupa nuestra higiene personal, pero en muchos casos no nos damos cuenta de que lavar en exceso determinadas zonas del cuerpo puede ser contraproducente y causar más mal que bien. Para que no cometas este error, te contamos cuáles son las partes del cuerpo que no tienes que limpiar con tanta frecuencia.

Y es que determinadas cosas que hacemos habitualmente, como frotarnos demasiado fuerte en la ducha, lavarnos el pelo a diario o exfoliar la piel para eliminar las células muertas cada dos por tres en realidad daña el equilibrio natural de nuestro cuerpo y puede ser perjudicial.

Presta atención a las zonas que es recomendable no lavar con excesiva frecuencia:

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  • Oídos. Por si no lo sabías, el cerumen se encarga de mantener tus oídos limpios, recogiendo y arrastrando los restos de polvo e impurezas que entran en el interior para sacarlos fuera. Por ello, si eliminas con excesiva frecuencia esta película protectora, dejas el conducto auditivo externo desprotegido. Si encima usas un bastoncillo de algodón, empujas las cera hacia adentro y favoreces la aparición de tapones.
  • Intestino. Las desintoxicaciones intestinales que se han puesto de moda en los últimos tiempos pueden ser muy perjudiciales. El organismo se desintoxica de manera natural a través de la acción del hígado, los riñones y el colon, y las limpiezas pueden alterar nuestra flora. Lo mejor es sustituir estas prácticas por una dieta rica en fibra que favorece a las bacterias beneficiosas de nuestro organismo.
  • Cabello. Lavar tu cabello a diario elimina la grasa natural beneficiosa, haciendo que esté más seco y menos brillante. En este caso, la frecuencia de lavado dependerá del tipo de cabello de cada persona.
  • Nariz. A no ser que tengas la nariz congestionada, lo mejor es que no la limpies en exceso. Sonarte fuerte a menudo puede producirte problemas como rinitis u otitis, y hurgarte con el dedo (aunque sea utilizando un pañuelo) puede irritar el interior de tu nariz y producir heridas en las fosas nasales.
  • Vagina. Una cosa es lavar los genitales en la ducha diaria, una práctica recomendada y beneficiosa, y otra son las duchas vaginales, que pueden poner en peligro tu salud. Los expertos señalan que desequilibran el balance de bacterias en la vagina, pueden alterar la acidez del tracto genial y aumentan el riesgo de infecciones.

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