Dos de los más grandes fabricantes de smartphones han decidido firmar un acuerdo de paz. La jueza Lucy Koh, que llevaba el caso, ha informado en una presentación judicial el fin de esta disputa, aunque ni la jueza ni las compañías han explicado mucho más. 

En 2011 Apple denunció a Samsung alegando que el diseño del Samsung Galaxy S –que después de tanto tiempo ya va por el modelo Samsung Galaxy S9– era demasiado parecido al iPhone del 2007 –a día de hoy estamos ya en el iPhone X–, e incluso, llegó a pedir que se retirara del mercado los teléfonos de Samsung. Pero la compañía coreana simplemente fue condenada a pagar a Apple 1.000 millones de dólares.

Samsung apeló la resolución llevando la disputa hasta el Tribunal Supremo, y así lo que parecía haberse resuelto de manera sencilla resultó ser el principio de una disputa de siete años por diversas patentes.

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Las patentes protagonistas se centran en el diseño y la utilidad de varias funciones de un smartphone, como por ejemplo algo tan básico como tocar la pantalla para ampliar al imagen (el famoso gesto de la pinza). 

La justicia terminó por dictaminar hace unos meses que Samsung debía 539 millones de dólares al gigante de la manzana por la violación de estas patentes del iPhone. Y aunque Samsung volvió a recurrir, lo último que se ha sabido es que ambas empresas habrían llegado a un acuerdo por el que Samsung no tendría que pagar esa cantidad, aunque los términos exactos no han transcendido aún. 

Es posible que después de tantos años, al haberse quedado desactualizada la tecnología descrita en las patentes y que las cantidades de dinero de las sentencias no fueran lo suficientemente grandes como para importar a compañías de tanto peso, ambas hayan encontrado la manera de zanjar el asunto de una vez por todas. 

El profesor de derecho Brian J. Love, de la Universidad de Santa Clara, resume para The New York Times este mediático caso así: «Casi una década de litigios, cientos de millones gastados en abogados, para que al final ninguno de los productos se retirara del mercado». Una curiosa muestra de cómo funcionan las grandes empresas.