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¿Quieres mejorar tu salud mental? Cuida un bonsái

Aunque muchas personas asocian los bonsáis a la cultura japonesa, en realidad la técnica del bonsái se inventó en China hace más 2.000 años. A Japón llegó hace 800 años, en donde lo han convertido en un arte.

Bonsái proviene de la palabra china Penzai, que significa plantar en un cuenco. La palabra japonesa se traduce como cultivar en una bandeja. Las dos describen lo que significa: Un bonsái es un árbol que se cultiva en un cuenco o bandeja, en lugar de plantarlo en la tierra.

No se trata de especies de plantas pequeñas o modificadas genéticamente. Son los mismos árboles que se ven en la Naturaleza pero reducidos en tamaño mediante la poda, para que crezcan en una bandeja de un tamaño reducido.

Aún así, hay especies más propensas a convertirse en bonsái, por el tipo de hojas que tienen, u otras características. Por eso son las más usadas. Entre ellas el arce, el pino silvestre, el olmo, el olivo, la higuera, enebro, espina de fuego, etc.

¿Por qué ayuda a la salud mental un bonsái? Tal como nos cuenta nuestra compañera Andrea Núñez-Torrón en TICbeat, varios estudios científicos han confirmado sus efectos positivos para luchar contra la ansiedad, el nerviosismo, la depresión, e incluso las adicciones.

Una investigación llevada a cabo por la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos y el Instituto Nacional de Salud reveló que simplemente mirar un bonsái aumenta la actividad nerviosa parasimpática y los sentimientos positivos al tiempo que disminuye la actividad nerviosa simpática, la ansiedad y el estrés.

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Otro estudio titulado Influencia del bonsái en la salud y el bienestar destaca que los beneficios para la salud de practicar el bonsái son similares a los de otras terapias artísticas, proporcionando valores curativos a nivel personal y emocional.

Cuidar un bonsái nos pone en contacto con la Naturaleza. Es un actividad relajante, tranquila, silenciosa, que exige calma y paciencia. Es muy fácil de poner en práctica, pero para dominarla hay que leer libros, informarse, experimentar, y tomar decisiones. Y todo ese esfuerzo tiene una recompensa que se puede ver y admirar: el propio bonsái, que incluso se puede legar a hijos y nietos, ya que existen bonsáis con hasta 1.000 años de antigüedad.

¿Te animas a cuidar uno?